Obras

¡Cielos! Va a hacer ya un mes desde que publiqué el último artículo. Disculpad, estoy remodelando el blog, que ya lo pedía, aparte de que necesito darle un cambio de cara à propos de un subproyecto relacionado con el máster y que irá tomando forma por aquí.

under construction

Estos días, además de andar liado con otro mogollón de historias del máster y del trabajo, estoy aprendiendo muchísimo sobre las mil y una cosas que… que no puedo hacer en WordPress porque mi cuenta es gratuita, claro. Aun así intentaremos sacarle partido para hacer esto más atractivo y dinámico.

Muy pronto volveremos con nuevas aventuras y desventuras de esta suerte de escritorzuelo maldito (bah, no me hagáis caso; yo, que soy muy melodramático). Porque no, no me voy de vacaciones; ya las disfruté este pasado mes de mayo, así que me quedaré el verano on-line la mayor parte del tiempo atendiendo los múltiples frentes que se me presentan. Aaah,  la vida del mercenario, que no da tregua…

Nos vemos pronto 😉

La miel en los labios

O casi mejor el chocolate. Estaba yo estos días en Bélgica –fascinante la querencia de los belgas por el chocolate- cuando recibí una excelente mala noticia: no he ganado un premio de novela al que me había presentado. Vaya, tampoco es que sea algo que sorprenda; no ganar concursos es lo que normalmente pasa cuando te presentas a concursos. Pero esta vez casi me había llegado a ilusionar. Sólo casi. Por eso, sinceramente, no me ha sentado mal. Y es que uno tiene muy buen perder.

Bru 2

La novelita en cuestión… es difícil de clasificar. Yo pongo como ejemplo esos chistes de matemáticos: “¿Qué le dice un logaritmo de e elevado a ½ de X  a una integral múltiple?”. Ya sabéis, un chiste de ésos que, si no sabes sobre los intríngulis del cálculo infinitesimal, como que no le pillas la gracia. Pues la novela es que es algo así: fácil de entender si dominas cierta materia, pero si no, te quedas pensando: “Oye, no sé, te diría que no está mal, pero ¿qué demonios me estás contando?”. Francamente la envié a concurso con la nula convicción de poder ganar, lo que pasa es que ha quedado finalista, una de las siete finalistas de entre seis centenares presentadas, y claro, eso sólo ha podido ser porque alguno de la media docena de jueces del jurado la ha entendido. Sólo uno, tal vez dos, pero hasta ahí.

Aunque me hubieran venido muy bien los X-mil euros del premio, siempre le queda a uno la satisfacción. La satisfacción y el Plan B, claro. No era aquél un concurso que se diga apropiado para esa novela, así que ya le he echado el ojo a otro certamen en el que podría encajar. Espero que en unos meses pueda daros una buena noticia.

Entre tanto, sigo imaginando y escribiendo historias difícilmente clasificables que difícilmente lograrán sus objetivos. ¿Qué objetivos? La pasta por perentorio; la gloria, que nunca viene mal; la inmortalidad, por supuesto; quizás también algo de redención. Y el amor, cómo no…

Lo bueno es que, a mi vuelta de este reciente viaje –un intenso viaje, mitad profesional, mitad recreativo-, tengo lleno hasta arriba el depósito de la inspiración. Ahora atesoro un sugerente puñado estampas del Ruhrgebiet, esa región industrial del Oeste de Alemania por la que ya anduve años atrás; los paseos por la bella y vieja ciudad de Colonia en la compañía insospechada de una antigua y adorable musa que, aun demasiado tarde –si es que la expresión “demasiado tarde” es válida cuando de musas se trata-, me inspiró fragmentos de besos y desayunos y rosas holográficas (Colonia es para mí una metáfora de esa imprecisa dimensión entre lo ilusorio del pasado cierto y lo tangible de los futuros que nunca fueron); la ajetreada y coqueta Bruselas, por cuyas calles me hubiera enamorado a la vuelta de cada esquina si no fuera porque, después de todo, uno procura manejarse como el tipo sensato y respetable que no es.

Escribiré pues con la mirilla puesta en el objetivo, como ya vengo haciendo desde casi antes de lo que puedo recordar. ¿Y si tampoco acierto esta vez? Pues a seguir escribiendo. Qué voy a hacerle, si es que yo tengo muy buen perder.

Fantástico fin de semana

Este pasado fin de semana tuvo lugar en Dos Hermanas (Sevilla) el VIII Encuentro de Literatura Fantástica. Ocho años llevamos ya organizando estas simpáticas jornadas dedicadas a conversar, contrastar y debatir sobre lo que se escribe y lo que se lee en el mundillo de la literatura de género. Como en ocasiones anteriores, el evento ha resultado de lo más estimulante para la mayoría (hay algunos para los que no, me consta), incluido el que suscribe. Las ausencias de gente a la que tengo en gran estima se han compensado por el encanto de otros viejos conocidos y habituales como Virginia P. de la Puente, Santiago García-Clairac y Alfonso Merelo; por el buen hacer de mis compis de comité, caso del incombustible Iván Dequito, el diligente J.A. Muriel, el siempre entusiasta Teo Palacios, la encantadora Almudena y la indispensable Mª Carmen, nuestra superjefa; por el descubrimiento de nuevos compañeros de tapa y tertulia, como A. Morán Roa, Nacho Platero, Susana Vallejo, Xavier Marcé o Sergio Mars, con el que no era la primera vez que me cruzaba en este tipo de saraos. Y el inefable Ángel Vela, por supuesto. ¿Qué haría yo sin él? Una larga lista de rostros más o menos familiares, más o menos anónimos, se suman al escenario de unas jornadas literarias que ya se han ganado su madurez y su merecida solera en el panorama literario patrio, lo cual me enorgullece sobremanera.

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Para los que no pudisteis, no supisteis o no quisisteis asistir, sirva esta informal crónica a modo de cebo que acaso piquéis el año que viene. Si lo vuestro es un problema de pudor intelectual,  creedme: estas cosas son mucho más que una convención de gafapastas pontificando sobre lo humano y lo divino de las artes narrativas. Entre los mejores ratos, de hecho, se cuentan no pocos en el bar de en frente o en el de más allá… Y en todo caso, siempre es interesante cotillear con gente que conoce más o menos lo que se cuece en el ámbito editorial y literario. Yo, sin ir más lejos, he sacado algunas edificantes conclusiones de este fin de semana: que vivir de escribir –confirmado- es extremadamente difícil, que la crisis no anima a apostar por nuevos autores, que la piratería digital comienza a hacerse notar, que las tiradas cada vez son más cortas, que hay agentes y editores tanto o más torpes como torpe pueda serlo el más inútil de los profesionales de cualquier otro sector… y así otro puñado de ideas presumiblemente deprimentes hasta llegar a la última y más importante: que a pesar de todo, la vocación literaria está ahí porque, como los amores, es algo que uno no elige. Ya veis: estimulante a más no poder 🙂

Saludo y presentación

Fussmatte III

¡Hola a todos! Este post inaugura oficialmente “La Biblioteca del Mercenario”, un blog que pretende convertirse en humilde medio de expresión, foro de diálogo, válvula de escape, plataforma de proyectos y escaparate de inquietudes tanto mías como de los amigos que tengáis a bien visitarlo.

Empezaré aclarando los motivos que me han llevado a bautizar el blog con tan desafortunado título. Creedme que no me gusta, pero de la media docena que se me ocurrieron, era el menos avergonzante (cosas del estilo de: “Reflexiones de un escritor”; quita, quita…). Bien, pues lo de “Biblioteca” es porque la literatura y la escritura tendrán un papel protagonista en el desarrollo de sus contenidos. Al fin y al cabo, es a lo que me dedico con mayor o menor fortuna, y es una pasión que comparto con muchos amigos. No obstante habrá sitio –y no poco– para temas muy variados: arte y cultura, cine, música, historia, actualidad, humor, e incluso alguna que otra afición un tanto insospechada, como la cocina o la jardinería, y lo que vaya surgiendo.

Lo de “Mercenario” es algo más oscuro, y tiene que ver con mi visión sobre el arte de la escritura. Dejémoslo en que la del mercenario es una figura que me resulta muy sugerente, un arquetipo que reúne algunas de las “armas” con las que esta ruina de juntaletras ha tenido y tiene –por convicción y por falta de otros recursos a partes iguales– que apañárselas para abrirse paso por el mundo de la literatura, y si me apuráis por la vida misma.

Y sin más, damos por inaugurado el blog. ¡Bienvenidos!